Hasta hace poco, cuando venía al mundo un bebé, lo primero que se hacía para saber si era niño o niña era mirar sus genitales. No había duda: si tenía pene, era niño; si tenía vulva, se trataba de una niña. Ahora, gracias a la tecnología, ya no hace falta esperar al momento del parto para resolver este enigma, ya que realizando una ecografía se puede ver claramente el sexo antes del nacimiento. De todas formas, el método sigue siendo el mismo: la observación de los genitales.
Los genitales se llaman también órganos sexuales o reproductores. Lo que se ve a simple vista es importante para determinar el sexo, pero no es todo lo que hay. El aparato genital masculino lo forman órganos visibles y no visibles, es decir, externos e internos. De los ocultos, que son los testículos, los epidídimos, los conductos deferentes, las vesículas seminales, la próstata y la uretra, hablaremos en el próximo capítulo. Aquí nos centraremos en los visibles: el pene y el escroto.
El pene
Es uno de los órganos al que más sinónimos se le han dado: miembro viril, falo, pito, picha, cola... la lista sería interminable. Es el órgano copulatorio del hombre destinado a depositar el semen en la vagina. Aunque a simple vista pueda parecer sencillo, se trata de un órgano muy complejo en su estructura y en su funcionamiento. Está situado en la pared anterior de la pelvis y en estado de reposo es blando y móvil. Se compone de tres cuerpos cilíndricos: dos cavernosos, unidos lateralmente y que se comunican entre sí; y uno esponjoso, esencialmente muscular, situado por debajo. Este cuerpo esponjoso termina en la punta del pene y tiene forma piramidal o de bellota y por este último motivo recibe el nombre de glande . Esta es una de las partes más sensible del hombre. En ocasiones se observan en esta zona unos granitos que no tienen la menor importancia.
En el glande se abre un orificio: el meato uretral, que es donde desemboca el conducto de la uretra y por donde sale la orina y el semen. Curiosamente, gracias a un dispositivo que regula cada función, nunca se mezclan.
La piel que recubre el pene es muy elástica y tiene una zona móvil llamada prepucio, que es la que recubre el glande. El prepucio tiene la capacidad de replegarse totalmente para dejar al descubierto el glande cuando se produce la erección. La piel del prepucio está unida al glande por el frenillo, que es un delgado ligamento. Debajo del prepucio se forma una sustancia blanquecina y sebosa con un olor característico que se elimina con una buena higiene.
* El pene contiene la uretra, conducto para llevar el semen y la orina hacia el exterior.
* En la punta del glande está el meato urinario, que es un orificio por donde sale la orina o el semen.
* El frenillo es un ligamento que une el prepucio al glande. . El tamaño, la forma y el color del pene varían en cada hombre. Como no hay dos caras iguales, ni dos manos iguales, tampoco hay dos penes iguales. Por este motivo muchos chicos creen que el suyo no es normal, simplemente porque no se parece al de pene tiene sus características propias.
El escroto
El escroto es una bolsa de piel dividida en su interior en dos cámaras que alojan los testículos o glándulas sexuales masculinas. Su función es protegerlos. Esta bolsa tiene la característica de encogerse cuando está expuesta a temperaturas bajas o en casos de excitación sexual. Tiene un aspecto rugoso, con grandes y profundos pliegues.
En el medio, hay una línea parecida a una gran costura. El tono del escroto es algo más oscuro que el del resto del cuerpo. En la pubertad, su piel, delgada y sensible empieza a recubrirse de vello.
¿CÓMO ES POR DENTRO EL APARATO GENITAL MASCULINO?
Aquí sí hablaremos de los órganos genitales ocultos, es decir, internos, que no se ven a simple vista. Son los siguientes: dos testículos, dos epidídimos, dos conductos deferentes, dos vesículas seminales, la próstata y la uretra.
Los testículos
Los testículos o gónadas masculinas, también conocidas en el argot popular con el apelativo de «huevos», son las dos glándulas sexuales masculinas. Están ubicados debajo del pene, entre los dos muslos. El hecho de que estén situados por fuera tiene una explicación lógica y fisiológica: para que puedan funcionar correctamente necesitan estar a una temperatura inferior a la del interior del cuerpo. Realizan una doble función: reproductora y hormonal. Por un lado, están destinados a fabricar las células principales del semen: los espermatozoides. Por otro lado, funcionan como unas glándulas de secreción interna que producen las hormonas, que son unas sustancias que hacen posible la activación de las funciones sexuales masculinas. Una de las hormonas más importantes es la testosterona.
Esta singular fábrica empieza a ponerse en marcha a partir de la pubertad y, desde entonces, bajo el control de la hipófisis, seguirá trabajando sin cesar durante toda la vida.
Los testículos son como fábricas que trabajan continuamente para producir hormonas y espermatozoides, aunque no exista actividad sexual.
¿Cómo son?
Los testículos tienen forma de huevo y están protegidos por varias cubiertas de membrana y piel. Como ya dijimos al explicar el aparato genital externo, la parte protectora que queda más a la vista es el escroto.
El tamaño varía de una persona a otra, pero en general suelen tener la apariencia de una ciruela y son lisos y duros. Es normal y frecuente que el izquierdo esté más bajo que el derecho. Si se tocan con los dedos se deslizan como si fueran bolas de cristal. Son sumamente sensibles a los golpes y las presiones.
El interior del testículo está formado por infinidad de pequeños conductos -túbulos seminíferos- que se unen a otros más grandes los cuales se amontonan en el epidídimo, un órgano en forma de media luna, situado sobre el testículo. Desde los túbulos seminíferos, los espermatozoides inician un viaje en dirección al epidídimo. Desde aquí, y por el conducto deferente, pasan a la ampolla seminal y, luego, a través de la próstata, llegan al pene hasta encontrar la salida por el meato urinario.
Una curiosidad en torno a los testículos: a veces suben y bajan. ¿Por arte de magia? No. Puede ser debido a la acción de diversos estímulos, como el frío, la excitación sexual o simplemente el tocarlos. Esto ocurre al contraerse los músculos del escroto. Es algo normal y no hay que preocuparse, ya que luego vuelven a su posición habitual.
No es conveniente llevar pantalones o calzoncillos demasiados ajustados o de fibras sintéticas, ya que su uso prolongado puede elevar la temperatura de los testículos, cosa poco recomendable para su perfecto funcionamiento.
Los epidídimos
Ya los hemos mencionado al hablar de los testículos. Decíamos que tienen forma de media luna. También podríamos añadir que están situados en la parte de atrás, encima del testículo, por eso se llama epidídimo ( «sobre testículo» ) y precisar que, en realidad, no son una parte de los testículos, sino unas estructuras formadas por el apiñamiento de pequeños tubos. Constituyen el primer segmento del conducto espermático. Se dividen en tres partes: cabeza, cuerpo y cola. El epidídimo tiene su continuación en el conducto deferente, una estrecha vía que va a parar a las vesículas seminales, lugar donde se produce el líquido necesario para que los espermatozoides sigan vivos y en movimiento. Debajo de la vejiga urinaria se encuentra la próstata, que tiene una función similar a la vesícula seminal.
Los conductos deferentes
Son dos canales por los cuales los espermatozoides que han madurado inician el ascenso hacia las vesículas seminales. Los conductos deferentes entran en la próstata para desembocar en la uretra, que está conectada con la vejiga urinaria y con las vías genitales. Gracias a un sistema de válvulas, la próstata regula la emisión de la orina o del líquido seminal.
Los espermatozoides maduros ascienden por los conductos deferentes para instalarse en las vesículas seminales.
Las vesículas seminales
Son unos saquitos situados debajo de la vejiga urinaria. Su misión consiste en acoger a los espermatozoides maduros. Las vesículas seminales se encargan de fabricar un líquido viscoso, llamado porción seminal, para que los espermatozoides puedan nutrirse, protegerse y desplazarse con facilidad.
La vesícula seminal proporciona a los espermatozoides un líquido viscoso que les sirve de protección y alimento.
La próstata
Es una glándula masculina que se encuentra situada entre la vejiga de la orina, la uretra y el recto. En la próstata confluyen la vía seminal y la urinaria. A partir del punto de confluencia, la trayectoria del semen y la de la orina por la uretra hacia el exterior es la misma. Recordemos que nunca llegan a juntarse ambos líquidos, ya que existen unas válvulas que abren o cierran el paso, según convenga.
La próstata segrega un fluido viscoso y blanquecino muy parecido al líquido seminal. Ambos líquidos, junto con los espermatozoides forman el semen. El semen es el líquido blanco y denso que se expulsa a través de la uretra cuando se produce la eyaculación.
* La próstata fabrica un líquido llamado porción prostática que protege, alimenta y facilita la movilidad de los espermatozoides.
La uretra
Antes hemos hablado de la próstata. Pues bien, encima de ella está situada la vejiga donde se acumula la orina. Ésta se vierte en la uretra, que es un conducto que atraviesa la próstata hasta llegar al final del glande, donde se ensancha, formando el meato urinario, que es por donde sale la orina o el semen.
La uretra conduce el semen o la orina hacia el meato urinario para expulsarlos hacia el exterior.
Las glándulas de Cowper
Debajo de la próstata hay dos pequeños órganos que reciben el nombre de glándulas de Cowper. Su función es la de segregar un líquido que se vierte en la uretra cuando se produce la excitación sexual. Esta secreción limpia la uretra y la lubrifica dejándola preparada para la eyaculación. Hay que tener en cuenta que esta secreción puede contener espermatozoides, por tanto, si hay penetración, puede haber embarazo aunque la eyaculación se produzca fuera de la vagina.
Los espermatozoides
Los espermatozoides son las células reproductoras masculinas. Los que ya han madurado se componen de cabeza, cuerpo y cola. Cuando se unen al óvulo tienen la capacidad de formar un nuevo ser. Al originarse, los espermatozoides son células demasiado grandes para recorrer el largo camino que les llevará hacia el Óvulo. Pero este problema se resuelve a medida que maduran, ya que pierden la capa de grasa que los rodea y generan una cola para poder desplazarse con agilidad.
Por lo general, los espermatozoides pueden mantenerse activos unos tres días dentro del aparato genital femenino. No obstante, se han encontrado algunos vivos en el cuello del útero ocho días después de la eyaculación. Tardan más de setenta días en madurar. Es en este momento cuando inician el ascenso desde los testículos para juntarse con las porciones seminales. Se calcula que en cada centímetro cúbico de semen hay unos veinte millones de espermatozoides. Existen diversas circunstancias que pueden alterar la concentración de espermatozoides: el estrés, la frecuencia de las eyaculaciones, la alimentación, etc.
El semen o esperma es un líquido libre de bacterias. Está compuesto por los espermatozoides, la porción seminal y la porción prostática.
Los espermatozoides inician una veloz carrera que va de los testículos a la ampolla seminal, desde donde pasan al pene a través de la próstata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario