miércoles, 2 de julio de 2008
Leyendas urbanas: las almas de las mujeres que rondan por la Recoleta
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Enciclopedias y diccionarios definen las "leyendas" como las historias relacionadas siempre con una ciudad, pueblo o comunidad que ocasionalmente se basan en hechos reales acondicionados a distintas épocas. Asimismo hay historias “importadas” o que circulan desde hace muchos años y por distintas comunidades: desde Madrid hasta Pergamino, pasando por San Juan, Puerto Rico o Asunción del Paraguay, entre otras.
Hay sin embargo, historias locales que son similares a las leyendas que circulan, adaptadas a Buenos Aires pero con una diferencia: las mujeres que protagonizan las fábulas sí existieron, o bien hay mejores pruebas de su existencia. Para los lectores escépticos que todavía no creen en mujeres despechadas por amor que vuelven de la muerte.
Lo curioso es que ya no hay que recurrir a autores de ficción, sino que el propio Cementerio de la Recoleta, a través de su fundación de amigos, da testimonios de las historias detrás de los epitafios, aunque claro, muchos autores adornan estas historias y les dan cierto vuelo fantástico.
RUFINA CAMBACERES
La primera de las historias es la conocida y trillada “Dama de Blanco” de la Recoleta, y corresponde a la trágica muerte de Rufina Cambaceres, hija del escritor Eugenio Cambaceres y la bailarina italiana Luisa Baccichi (“La Bachicha”). Madre e hija quedaron solas tras la muerte del escritor, y por ser miembros de la alta sociedad de fines del siglo XIX, la italiana llegó a ser “la querida” del futuro presidente Hipólito Yrigoyen.
En ese entonces, Rufina tenía tan sólo catorce años. Testimonios de la época dicen que la joven era hermosa, por lo que muchos jóvenes la pretendían, pero ella les era indiferente, tal vez por su personalidad tímida e introvertida.
Cuando creció, la madre viuda de Rufina se convirtió en la pareja de Yrigoyen. El 31 de mayo de 1902 la joven cumplía 19 años y su madre, Luisa, había organizado una salida al teatro Colón, para escuchar lírica.
Finalizado el festejo, llegaba el momento de partir hacia el teatro pero Luisa escuchó un grito aterrador de una de las mucamas, que había encontrado el cuerpo de la joven tirada en el piso y muerta.
Aquí aparecen varias leyendas: una cuenta que Luisa mantenía relaciones con el novio de Rufina y que su mejor amiga le dio la noticia, causándole tal disgusto que cayó al suelo.
En un libro de Victoria Azurduy figura una versión un tanto escalofriante: Luisa y su amante don Hipólito suministraban un somnífero a su hija para poder encontrarse clandestinamente. Esa noche se les fue la mano con la dosis y Rufina entró en un coma profundo, del cual despertó en su tumba.
Una tercera variante de la historia cuenta que Rufina logró salir de su ataúd y que al encontrarse sola y de noche en pleno cementerio, murió de un ataque al corazón. En este punto, hay quienes dicen que el ataúd se encontró abierto.
Oficialmente se cree que trataron de robar el cajón debido a las joyas que llevaba la muerta, pero su madre cargó con el peso de conciencia de saber que su hija fue enterrada viva mientras sufría un cuadro de catalepsia, la enfermedad más temida de la época, y que al despertar y verse en un cajón el susto le provocó un paro cardíaco.
A Rufina Cambaceres se la conoce también como la mujer que murió dos veces. En su tumba una estatua de una chica hermosa aferra su mano a una reja de la bóveda, tratándola de abrir inútilmente.
Se supone que el espíritu despechado de Rufina merodea el cementerio mientras intenta mitigar el dolor que le causó enterarse del amorío de su madre y su prometido.
LILIANA CROCCIATI
Liliana Crocciati murió a los 20 años durante su luna de miel en Innsbruck, Austria, en 1970. Una avalancha cayó sobre el hotel donde se hospedaban ella y su flamante esposo.
La familia le construyó un lujoso templo neogótico, “con detalles que a ella le hubiesen encantado”, según el trabajo sobre el cementerio de Recoleta que hizo el oculista Omar Lopez Mato.
Así lo describe el autor:
“Una sala enorme con una suerte de living donde se ubica el féretro, cubierto por un sahri que Liliana había comprado en la India. Están sus fotos, un óleo pintado por una amiga y en la puerta una escultura que la representa en vida, con un vestido y el cabello largo, acompañada por su perro, Sabú”.
Si bien ambos fueron sepultados por la avalancha, las autoridades nunca encontraron el cuerpo del viudo del cual nunca se supo nada. La tumba de Liliana está siempre cuidada por personal del cementerio, y sus padres la llenan de flores de todo tipo, como le gustaba a su hija.
De vez en cuando, se dice que un personaje misterioso deja un ramo de flores, pero nunca se deja ver, porque escapa cuando se acerca algún sereno o cuidador.
¿Será que el viudo no murió y todavía enamorado, llora y recuerda de por vida la muerte de Crocciati?
LUZ MARÍA GARCÍA VELLOSO
La de Velloso es quizá la muerte más joven: falleció a los 15 años de leucemia, en 1925.
A ella se le atribuye también el nombre de la “Dama de Blanco” y la leyenda urbana más conocida del mundo: la chica sale a bailar, conoce un joven que se siente muy atraído por ella y se gustan mucho. Él le presta la chaqueta para paliar el frío y ella lo mancha de café. El chico le deja la chaqueta con la promesa de ir a buscarla después, usando un viejo truco para volver a verla, y al acudir a su casa para recuperar su prenda, la madre de Luz le informa que su hija está muerta y enterrada en la Recoleta.
El joven no sólo encuentra la tumba, sino que para su espanto, ve sobre el féretro su chaqueta manchada de café. Versiones cuentan que el chico enloquece y otras que sale despavorido y horrorizado por la traumática imagen.
Algunas alternativas a la historia prescinden la parte de la visita a la madre, y dicen que una vez terminado el encuentro, la joven se dirige directamente al cementerio después de terminar la noche, momento en que el muchacho se da cuenta que es un espectro, después de seguirla y comprobar con sus ojos que la chica se funde entre las bóvedas.
La tumba de Luz María la representa durmiendo, y se dice que su madre durmió allí a su lado por un tiempo, Que fueron los primeros momentos después de morir.
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